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Martin Heidegger - GA 63
Ontología : Hermenéutica de la facticidad
INTRODUCCION*
* § 1. El título “ontología”*
Primero, una observación sobre el primer indicador de la facticidad. El título que hemos
empezado poniéndole: ontología.
“Ontología” significa doctrina del ser. Si al escuchar este término no se saca otra cosa que una
vaga indicación acerca de que aquello que se va a investigar en lo que sigue y aquello de lo
que se va a hablar (mediante alguna forma de tematización) es el ser, entonces la palabra
ontología, en tanto que título, ha prestado todo el servicio que puede prestar. Pero si por
ontología se entiende la denominación de una disciplina, que, por poner un ejemplo, pudiera
situarse en el ámbito de tareas de la Neoescolástica o en el de la escolástica fenomenológica o
en el de corrientes de la filosofía académica determinadas o influidas por la Fenomenología,
entonces la palabra ontología es inadecuada como título para el tema que sigue y para el modo
de tratar ese tema.
Pero si además se toma la ontología como una consigna, por ejemplo, en los ataques a Kant
que hoy se han convertido en moda, o más claramente: en contra del espíritu de Lutero, o de
forma aún más fundamental: contra todo preguntar abierto que no se atemorice de antemano
ante sus propias consecuencias, en una palabra: si se entiende la ontología como un reclamo
para la rebelión de los esclavos contra la filosofía como tal, entonces el término ontología en
tanto que título no puede conducir sino a confusiones y errores.
En lo que sigue, los términos ontología y ontológico sólo se emplean en el vacío sentido a que
hemos hecho referencia: como indicadores sin compromiso. Significan: un preguntar y un
determinar enderezados al ser; a qué ser, y cómo, permanece todavía enteramente
indeterminado.
En tanto que memoria o evocación de la palabra griega ön(on), ontología significa a la vez el
tratamiento de {2} preguntas recibidas, tradicionales, referentes al ser, que sobre el suelo o
base de la filosofía griega clásica mantuvo después una pujanza protagonizada por grandes
epígonos. Y aunque la ontología transmitida, recibida, tradicional, se presentase a sí misma
como ocupándose de las determinaciones o características generales del ser, lo que en realidad
tiene ya también a la vista es un determinado ámbito del ser.
En el uso que del término se hace en el mundo moderno, ontología significa tanto como teoría
del objeto y, por de pronto, sólo una teoría formal; y en este aspecto coincide con la vieja
ontología (con la metafísica, con la vieja */metaphysica generalis/*).
Pero la ontología moderna no es una disciplina aislada, sino que está o se presenta en un
peculiar entrelazamiento con aquello que en sentido estricto se entiende por fenomenología.
Pues */ un concepto de ontología articulado y proyectado en términos de lo que entendemos
por investigación sólo ha empezado surgiendo (ha surgido recién) en la Fenomenología/*.
Ontología de la naturaleza, ontología de la cultura, ontologías materiales: estas ontologías
constituyen las disciplinas en las que el “contenido objetivo” (o “contenido de conocimiento”
o “contenido cognitivo”) de estas regiones (o que estas regiones representan o que estas
regiones contienen) se lo monda o depura y se lo saca a la luz en su carácter objetualmente
preciso. Y lo así obtenido vale después y sirve después como hilo conductor para los
problemas de la */constitución/*, es decir, para la aclaración de los contextos de estructura y
génesis de la */conciencia-de/* los objetos de esta o aquella especie.
Y a la inversa, sólo desde la Fenomenología es posible elevar la correspondiente ontología a
una base segura en lo que respecta a los problemas que a esa ontología conciernen, y
mantenerla en unas vías regulares y ordenadas. Pues es fijándose en la conciencia-de (y sólo
fijándose en la conciencia-de), como se vuelve visible el */ de-lo-qué/* de esa conciencia-de,
es decir, el carácter de objeto de un ente como tal, es decir, el carácter de objeto de ese ente
como tal carácter de objeto. Y lo que importa a las ontologías, es decir, de lo que se trata en
las ontologías, es decir, el tema de ellas, son los caracteres de objeto (los caracteres
constitutivos de los objetos como objetos) del “campo de ser” de que se trate. Mas
precisamente por eso no se trata en ellas del ser como tal, es decir, del ser sin objetos, del ser
no contraído a objetos. Fenomenología en sentido estricto como fenomenología de la
constitución en el sentido que este último término tiene en la tradición de filosofía
transcendental [es decir, éste es el concepto de fenomenología en sentido estricto, MJR].
Fenomenología en sentido lato incluye en su concepto lo que indeterminadamente
entendemos por fenomenología.
Pero en tal ontología no se plantea la cuestión de de qué “campo de ser” debe obtenerse el
“sentido de ser” (qué significa ser) que resulte decisivo y dirija toda la problemática. Esa
pregunta le es desconocida y, por tanto, (a tal ontología) le permanece también cerrada su
propia procedencia, su propio origen, en lo que se refiere a la génesis de su propio sentido.
Por tanto, la fundamental */insuficiencia de/* la ontología tradicional y de la */ontología/*
actual es doble:
{3}
1)Para ella el tema es desde el principio el */ ser-objeto/*, la objetualidad de determinados
objetos, y [ello en el sentido de] objeto para la consideración teorética, y esto a su vez en un
sentido aún no diferenciado, aún no precisado, de consideración teorética; o también: [para
ellas el tema es] el ser-objeto material para determinadas ciencias de la naturaleza y de la
cultura concernientes al objeto de que se trate [es decir, que tienen a ese objeto por objeto,
para las que ese objeto es objeto], y en todo caso [para esa ontología el tema es] el mundo,
visto a través de esos ámbitos objetuales o ámbitos de conocimiento o ámbitos de objeto, pero
no a partir de la exsistencia [*/Dasein/*] y de las posibilidades de la exsistencia o que definen
a la exsistencia; o también [para esa ontología el tema es] un colgarle al objeto o al ser-objeto
otros caracteres aparte de los teoréticos [por ejemplo, caracteres valorativos, MJR].
(Obsérvese: doble sentido de “naturaleza” en tanto que mundo y en tanto que ámbito objetual
o ámbito de conocimiento; la “naturaleza” en tanto que mundo sólo viene formalizada a partir
de la exsistencia [*/Dasein/*], historicidad, por tanto, (la naturaleza) no es “fundamento” o
“base” de su historicidad (de la historicidad de la exsistencia); correspondientemente también
/Leib/, es decir, “cuerpo” [en el sentido de cuerpo vivo, de corporalidad vivida MJR].
2) Lo que de ello surge, brota, nace y se sigue es que la ontología se cierra el acceso al ente
decisivo dentro de la problemática filosófica: a lo que llamamos exsistencia [*/Dasein/*], a
partir del cual y para el cual la filosofía “es”.
En tanto que el título de ontología se tome en el sentido vago y sin compromiso a que nos
hemos referido, es decir, en el sentido de que ese título se refiere a todo preguntar y a todo
investigar enderezados al ser como tal, en ese sentido, digo, no tendremos inconveniente en
emplearlo en lo que sigue; “ontológico” se refiere entonces a las cuestiones, explicaciones,
conceptos, categorías que nacen o no nacen de un fijarse en el ente en tanto que ser.
(A la hora de buscar “ontología” suele echarse mano de la vieja metafísica; superstición y
dogmatismo sin la más mínima posibilidad y sin ni siquiera la tendencia a un tipo de
investigación que de verdad sea capaz de plantear cuestiones, de hacerse preguntas)
(A su “tiempo” trataremos de mostrar precisamente que en la ontología se encierran también
cuestiones fundamentales).
El título que se desprende del tema y de la forma de tratar lo que sigue, tiene que rezar más
bien: */Hermenéutica de la facticidad/*.
* PREFACIO*[i]
{5}Plantear cuestiones, poner a la vista */cuestiones/*; cuestiones no son ocurrencias; las
cuestiones tampoco son lo que hoy suele llamarse problemas, a los que */Se/* echa mano a
partir de lo que corre por ahí y de lo que */Se/* ha leído y */Se/* los acompaña del gesto de
estarlos pensando muy profundamente. Las cuestiones, las preguntas, nacen de la discusión
con las “cosas”. Y sólo hay cosas donde hay ojos, [otra traducción:] las cosas sólo son ahí
donde hay ojos, [otra traducción:] las cosas sólo quedan */ahí/* cuando hay ojos.
Y es así como vamos a “plantear” aquí algunas cuestiones, y ello tanto más cuanto que hoy el
preguntar ha caído en desuso a causa de ese afanoso ocuparse de “problemas”. Más aún,
ocultamente Se trabaja en el desmontar el hacerse preguntas, con la intención de dar rango y
prestancia a la crianza y cultivo de esa ausencia de preguntas que caracteriza a la fe del
carbonero. Se declara lo sacro “ley esencial” en el sentido que fuere, y con ello */Se/* es
tomado en serio [uno es tomado en serio] por la propia época, la cual a causa de su fragilidad
y ausencia de enjundia tiene, sin duda, necesidad de ello. No */se/* está [*/Se/* no está] ya
por otra cosa sino por que el negocio, la afanosa ocupación con problemas, siga rodando sin
obstáculos ni rozamientos, */Se/* es mayor de edad para organizar el vivir en la mentira. La
filosofía interpreta su propia corrupción como “resurrección de la metafísica”.
Compañero en mi búsqueda fue el joven */Lutero/*, y el modelo fue */Aristóteles/* a quien
Lutero odiaba. Impulsos me provinieron de */Kierkegaard/*, y el ojo me lo puso */ Husserl/*.
Sea dicho esto para aquéllos que sólo “entienden” cuando logran hacer cuentas con la cosa en
términos de influencias históricas, lo cual no es sino el pseudoentender que caracteriza a la
afanosa búsqueda de novedades, y, por tanto, una aversión respecto de aquello [es decir, un
apartar la vista de aquello] que es lo único de lo que decisivamente se trata. A los que así se
comportan hay que {6}facilitarles la “tendencia” que caracteriza a ese su “entender” a fin de
que puedan irse a pique más fácilmente en ellos mismos. Pues de ellos no puede esperarse
nada. De lo único que se preocupan y lo único que cultivan es el -”pseudo”.
{pág. 7 del original}
* PRIMERA PARTE* * VÍAS DE INTERPRETACIÓN DE LA EXSISTENCIA
[DASEIN]EN EL SER LA EXSISTENCIA LA EXSISTENCIA DE CADA CUAL*
Facticidad es como designamos el carácter de ser de “nuestra” “propia” exsistencia. Más
exactamente la expresión significa: la exsistencia es en cada caso ésta, es decir, es esta
exsistencia, es decir, la existencia es para cada cual la suya [fenómeno del “de-cada-cual”, del
“en-cada-caso”; cfr. los fenómenos del demorarse, del no escabullirse, del ser en ello, del
estar en ello, del quedar en ello, que en alemán se dice */da-bei-sein/*, */da-sein/*] en cuanto
que la existencia (conforme a su propio ser, es decir, conforme a la forma de ser en que
consiste) por su propio carácter o estructura de ser es “ahí”, * /ist da/* [óigase esto también en
el sentido de que la existencia es el ser de un ahí, es un */da/*/, /MJR].
Los giros “conforme a su forma de ser” o “por su forma de ser” significan lo siguiente: [la
exsistencia es eso] no primariamente y nunca primariamente como objeto de un mirarla desde
fuera o como objeto de una determinación resultante de mirarla desde fuera, es decir, del puro
cobrar noticia de ella y adquirir conocimientos acerca de lo que se ha cobrado noticia, sino
que la exsistencia [*/Dasein/*], en el cómo y modo de su ser más propio, se es ella misma ahí,
*/ist selbst da/*, es ella misma ahí, es ella misma el ahí, consiste ella misma en ser ese ahí. El
cómo o modo de ese su ser, abre y delimita el “ahí” posible en cada caso. Ser, pero en sentido
transitivo: ¡ser la vida fáctica! Ser mismo, es decir, ser */selbs/t*, es decir, ser * /self/*, es
decir, ser que es él mismo, es decir, ser que consiste en ser él mismo ese ser, es decir, ser que
consiste en serse, es decir, ser que consiste en serlo, es decir, ser que consiste -repito- en ser él
mismo ese ser, que por tanto nunca puede convertirse él mismo en objeto de un tener, pues de
lo que se trata es de él mismo, es decir, de ese ser, es decir, de ser él mismo ese ser, es decir,
del serlo él, de estarlo siendo él, de estarlo siéndose.
La exsistencia, en tanto que en cada caso la propia, la mía, en tanto que la de cada cual, no
significa una relativización que por vía de singularización contraiga la exsistencia
[considerada primero en sentido genérico]a un individuo visto desde fuera y, por tanto, la
exsistencia en tanto que la propia, en tanto que la de cada cual, en tanto que la mía, no
significa el individuo (*/solus ipse/*), sino que este ser la exsistencia la propia, la mía, es un
cómo del ser, una indicación del posible estar despierto o quedar despierto, de la posible
vigilia. Pero no significa, digo, una delimitación regional en el sentido de que nos ponga la
cosa ahí enfrente por vía de aislarla.
Y por tanto, /fáctico/ o fáctica significa aquello que [es decir, aquel ente que], en lo que se
refiere al ser-así de ese su carácter de ser, se articula desde sí mismo y “es” articulándose
desde sí mismo. Si se toma la “vida” como una forma de ser, entonces “vida fáctica” significa
lo siguiente: nuestra propia exsistencia (*/Dasein/*, ser-ahí) en tanto que “ahí”, es decir, en
tanto que consiste en ese ahí, es decir, en tanto que consiste en serlo, es decir, en tanto que
siéndose ahí, es decir, en tanto que siendo ahí en la forma de ser la exsistencia ese ahí, en
alguna de las formas en que (por su propio ser o conforme a su propio ser o por consistir en
ello su propio ser) puede volverse expreso ese su carácter de ser [es decir, puede volverse
expreso el consistir la existencia en ser su ahí, en serse por tanto].
{9}*CAPÍTULO PRIMERO HERMENÉUTICA *
* § 2. La hermenéutica en su concepto tradicional*
La expresión */hermenéutica/* la utilizamos aquí como indicación de la forma unitaria que va
a tener nuestra manera de abordar, de enfocar, de acceder a, de interrogar, y de explicitar la
facticidad.
Hermeneutiké (episteme, techne), Hermenéutica (entendida como saber o como técnica) es un
derivado de hermeneuein, hermeneia, hermeneus. La etimología de la palabra es oscura[ii]
<#_edn2>.
Se pone en relación con ella el nombre del dios Hermes, el mensajero de los dioses.
Algunas citas pueden ayudarnos a delimitar el significado original de la palabra y a la vez a
entender el modo como ha cambiado de significado.
/ Platón/: hoi poietai ouden all' e hermenês eisin tôn theôn[iii] <#_edn3> (los poetas no son
otra cosa que los “intérpretes”, que los “portavoces” de los dioses). Por tanto, de los rapsodas
que recitan a su vez lo que los poetas componen, puede decirse: Oukoun hermeneon hermetes
gignesthai;[iv] <#_edn4> ¿no os convertís acaso en intérpretes de los intérpretes, en
portavoces de los portavoces? Hermeneus es quien transmite a alguien, quien notifica a
alguien, lo que otro “piensa”, o quien se convierte en mediador de esa transmisión o
notificación, es decir, quien a su vez vuelve a efectuarla; cfr. “El Sofista” de Platón 248ª5,
246e3: aphermeneue, infórmame: notifícame lo que otros piensan, cuéntame lo que otros
dicen.
En el “Teeteto”, 209a5, se dice: Logos = he tes ses diaphorótetos hermeneía; el logos es un
notificar, un manifestar, un hacer expresa la diferencia respecto de las otras cosas (o la
diferencia de ti respecto a los demás) (pero al lado de ellas y respecto a lo koinón)[por
ejemplo, que esta cosa, en lo que se refiere a color, es verde y no roja como la de allá, carácter
campal de la intelección, que decía Zubiri MJR]. (cfr. Teeteto 163c: lo que se ve en las
palabras y lo que comunican quienes las explican; lo que nosotros mismos vemos y oímos en
lo que leemos y escuchamos, y lo que nos enseñan gramáticos e intérpretes);{10}por tanto, no
concepción o interpretación o aprehensión teoréticas sino voluntad, deseo, etc, es decir, ser,
exsistencia; es decir, hermenéutica es el hacer manifiesto (el dar noticia de) el ser de un ente
en su ser-respecto-a-(mí).
* /Aristóteles/*: La physis se sirve de la lengua (glottei) para gustary para hablar, y si bien el
gusto (geusis) es algo necesario y de ahí que se dé en la mayoría de los animales, la
posibilidad de expresarse no tiene otra finalidad que la perfección, he d´hermeneía héneka tou
eu[v] <#_edn5>. (O sea: el ente, cuando es un ser vivo, necesita la lengua tanto para gustar
como para hablar con los demás en el común trato con ellos; de esas dos cosas, el gusto, la
geusis, es de necesidad en la relación con las cosas (y por eso lo tienen la mayoría de los
vivientes); pero la hermeneía, el referirse a algo y el hablar de algo con los otros (el conversar
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